martes, 8 de septiembre de 2009

"Así, lo extraño se hacía familiar, lo descomunal se reducía a tamaño casero, pero el apaciguamento era precario, porque tan brillantes explicaciones dejaban demasiadas preguntas sin contestar. Al hombre le sucede lo mismo que al niño, que cada vez es más exigente a la hora de aceptar una respuesta. Repite una y otra vez las mismas preguntas- ¿qué es esto?, ¿por qué es como es?, ¿qué hace?, ¿porqué hace lo que hace?-
pero no siempre le valen las mismas respuestas. Según Branderburg y Boyd, los niños, entre los cuatro y ocho años, formulan un promedio de treinta y tres preguntas por hora, con lo que la inteligencia familair queda debidamente estimulada y torturada. Lo que resulta más interesante es que una misma pregunta no significa lo mismo en los diversos momentos de la vida. Hay una etapa del desarrollo en la que la pregunta ¿qué es esto? queda contestada con el nombre de la cosa. Más adelante, habrá que dar más explicaciones, porque el niño espera más, necesita más, y cuando el niño sea científico volverá a hacer las mismas preguntas y sólo habrá cambiado el hueco que ha de ser llenado por la respuesta, qué se habrá hecho un hueco cada vez más grande."

Teoría de la Inteligencia Creadora de José Antonio Marina

Me encanta este pensador

No hay comentarios:

Publicar un comentario